Los ácidos grasos omega-3 son esenciales para nuestra salud: apoyan el corazón, el cerebro y hasta el estado de ánimo. Aunque el pescado es la fuente más conocida, el krill —un pequeño crustáceo marino— está ganando terreno como una alternativa poderosa y sostenible. Pero no todos los pescados ni sus suplementos son iguales: algunos están contaminados y podrían hacer más mal que bien. En este artículo, exploramos el krill y otros pescados como fuentes de omega-3, los beneficios de sus suplementos y qué opciones deberías evitar por su carga tóxica.
El krill: Una fuente estrella de omega-3
El krill, esos diminutos habitantes del océano, es una de las fuentes más puras y eficientes de omega-3 (EPA y DHA). ¿Por qué destaca tanto?
- Biodisponibilidad: Los omega-3 del krill están ligados a fosfolípidos, lo que facilita su absorción en comparación con los triglicéridos de muchos aceites de pescado.
- Antioxidantes extra: Contiene astaxantina, un potente antioxidante que protege las células y da al aceite ese color rojizo característico.
- Sostenibilidad: El krill se encuentra en enormes cantidades en aguas frías como las del Antártico, y su pesca, cuando está regulada, tiene un impacto ambiental menor que la de algunos peces grandes.
Un suplemento de aceite de krill puede ser ideal si buscas omega-3 de alta calidad con menos riesgo de contaminantes, algo que no siempre garantizan otros pescados.
Pescados ricos en omega-3
Además del krill, varios pescados son excelentes fuentes naturales de omega-3. Aquí algunos de los mejores:
- Salmón (salvaje): Rico en DHA y EPA, especialmente si es capturado en la naturaleza.
- Sardinas: Pequeñas pero poderosas, también aportan vitamina D y calcio si las comes con espinas.
- Caballa: Otra opción asequible y cargada de omega-3, ideal en conserva o fresca.
- Anchoas: Perfectas para añadir sabor y nutrientes a tus platos.
- Trucha: Especialmente la de agua dulce, es una fuente limpia y sabrosa.
Estos pescados son bajos en la cadena alimenticia, lo que reduce su exposición a contaminantes, y son opciones seguras para consumir regularmente (2-3 veces por semana, según la OMS).
Suplementos de omega-3: ¿Valen la pena?
Si no comes pescado con frecuencia, los suplementos de omega-3 son una alternativa práctica. Hay dos tipos principales:
- Aceite de krill: Como mencionamos, es más biodisponible y suele venir en cápsulas pequeñas y fáciles de tomar. Estudios sugieren que dosis de 500-1000 mg al día pueden reducir triglicéridos y mejorar la salud cardiovascular.
- Aceite de pescado: Extraído de especies como sardinas, caballa o salmón, es más común y económico. Busca marcas que garanticen pureza y estén libres de metales pesados (como las certificadas por IFOS).
Ambos ofrecen beneficios como reducir la inflamación, apoyar la memoria y proteger el corazón, pero el krill podría ser una mejor opción si te preocupa la oxidación o los contaminantes.
Pescados contaminados que deberías evitar
No todos los pescados son seguros, especialmente los de mayor tamaño o los que viven más tiempo, ya que acumulan tóxicos como mercurio, PCB (bifenilos policlorados) y dioxinas. Estos contaminantes se trasladan a sus aceites, haciendo que algunos suplementos sean riesgosos. Aquí los que deberías evitar comer o suplementar:
- Atún (especialmente el rojo): Alto en mercurio, sobre todo en ejemplares grandes.
- Pez espada: Rico en omega-3, pero su nivel de mercurio lo hace desaconsejable, especialmente para embarazadas o niños.
- Tiburón: Muy contaminado por metales pesados y poco sostenible.
- Pez rey (macarela real): Frecuente en aguas cálidas, acumula toxinas con facilidad.
- Mero: Otro pez grande con niveles preocupantes de mercurio.
Los suplementos derivados de estos pescados, si no están purificados adecuadamente, pueden concentrar estos contaminantes, afectando el hígado, el sistema nervioso y hasta aumentando el riesgo de enfermedades crónicas con el tiempo.
¿Cómo elegir bien?
- Para consumir: Opta por pescados pequeños y salvajes como sardinas, caballa o anchoas, y limita los de mayor tamaño a una vez al mes (o evita del todo si estás en un grupo vulnerable).
- Para suplementos: Busca productos con sellos de calidad (IFOS, Friend of the Sea), que indiquen purificación y bajas concentraciones de tóxicos. El krill suele ser una apuesta más segura por su posición baja en la cadena alimenticia.
Conclusión
El krill y pescados como el salmón o las sardinas son fuentes fantásticas de omega-3, con beneficios que van desde un corazón más sano hasta una mente más clara. Los suplementos basados en ellos pueden llenar el vacío si tu dieta no los incluye, pero no todos son iguales: evita los pescados contaminados como el atún rojo o el pez espada, tanto en tu plato como en cápsulas. Elegir con cuidado te asegura lo mejor del océano sin los riesgos ocultos. ¿Ya probaste el poder del krill o prefieres un buen filete de sardina? ¡Tu cuerpo te lo agradecerá!
Un saludo,
Tribu Naturals